INTRODUCCIÓN
Calvino expresó repetidas veces la idea de que el pecador no
puede participar en los beneficios salvadores de la obra redentora de Cristo, a
menos que esté en unión con Él, y esto acentúa una verdad muy importante. As
como Adán fue la cabeza representativa de la antigua humanidad, así Cristo es
la cabeza representativa de la nueva humanidad. Todas las bendiciones de pacto
de gracia fluyen de Él, que es el Mediador del pacto.
Hasta la primerísima bendición de la gracia salvadora de Dios
que ya recibimos presupone una unión con la persona del Mediador. En este punto
es donde con exactitud encontramos una de las diferencias más características
entre las operaciones bendiciones de la gracia especial y las de la gracia
común.
La primera puede ser recibida y disfrutada sólo por aquellos que
están en unión con Cristo, el tanto que las segundas pueden ser y son
disfrutadas también por aquello que no están reconocidos en Cristo, y por lo
mismo no son uno con El. Cada bendición espiritual que los creyentes reciben,
fluye de Cristo para ellos. Es aquí que Jesús al hablar del Paráclito que había
de venir pudo decir a sus discípulos:
"El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará
saber" Juan 16: 14. En el terreno subjetivo la unión entre Cristo y los
creyentes s, efectúa por el Espíritu Santo en un modo misterioso y sobrenatural,
y por esa razón, en general, se le designa como la unió mística o unión mística.
NATURALEZA DE LA UNIÓN MÍSTICA
Los luteranos por lo general tratan la doctrina de la unión
mística d manera antropológica, y por tanto, la conciben como establecida
mediante la fe. De aquí que ellos la tomen en su soteriología, como es natural,
en un punto, posterior. Pero este método falla en hacer justicia plena a la
idea de nuestra unión con Cristo, puesto que pierde de vista la base eterna de
la unión y s' realización objetiva en Cristo, tratando en forma exclusiva la
realización:
subjetiva de ella en nuestras vidas, y aun así, sólo con nuestra
entrada consciente y personal a esta unión. Al contrario, la teología Reformada
trata d la unión de los creyentes con Cristo de manera teológica, y como tal,
hace mayor justicia a este importante asunto. Haciéndolo así emplea el término
"unión mística" en un sentido amplio como una designación no sólo de
la unión subjetiva de Cristo y los creyentes, sino también de la unión que hay
tras ella, que es básica para ella, y de la cual ella es nada más la expresión
culminante, es decir, la unión representativa de Cristo con aquellos que son de
Él en el consejo de la redención, la unión mística establecida en forma ideal
en aquel consejo eterno, y la unión tal como queda efectuada, en forma
objetiva, en la encarnación y en la obra redentora de Cristo.
LA UNIÓN REPRESENTATIVA DE CRISTO CON AQUELLOS QUE EL
PADRE LE HA DADO, EN EL CONSEJO DE REDENCIÓN
En el consejo de paz, Cristo, por su propia voluntad tomó sobre
sí mismo el ser Cabeza y Fiador de los elegidos, destinado a constituir la
nueva humanidad y con ese carácter establecer la justicia de ellos delante de
Dios mediante el pago de la pena por el pecado de ellos, y mediante la
obediencia perfecta prestada por El a la ley, asegurando el derecho de ellos a
la vida eterna.
En aquel pacto eterno el pecado de su pueblo fue imputado a
Cristo, y la justicia de El fue imputada a ellos. Con seguridad es la base
eterna de nuestra justificación mediante la fe, y es el fundamento sobre el que
recibimos todas las bendiciones espirituales y el don de la vida eterna. Y
siendo esto así, la unión representativa de que estamos hablando es la base de
toda la soteriología, y también de las primeras etapas en la aplicación de la
obra de redención, por ejemplo, la regeneración y el llamamiento interno.
LA UNIÓN DE LA VIDA
ESTABLECIDA EN FORMA IDEAL EN EL CONSEJO DE REDENCIÓN
En el caso del primer Adán no había sólo una unión
representativa, sino también una natural y orgánica entre él y sus descendientes.
Había el lazo de una vida común entre Él y toda su progenie, y esto hizo
posible que las bendiciones del pacto de obras, si esas bendiciones hubieran
fluido, podrían haber pasado a todo el organismo de la humanidad de una manera
orgánica. Una situación algo parecida se obtuvo en el caso del último Adán como
cabeza representante del pacto de redención.
Así como el primer Adán, Cristo también no representó a un
conglomerado de individuos desunidos, sino a un cuerpo de hombres y mujeres que
habían de derivar su vida de este segundo Adán, para estar unidos por lazos
espirituales, y así formar un organismo espiritual. De manera ideal este cuerpo
que es la iglesia ya estaba formado en el pacto de redención, y era cuerpo
formado en unión con Cristo, y esta unión hizo posible que todas las
bendiciones ganadas por Cristo pudieran ser transmitidas a aquellos a quienes
El representaba de una manera orgánica.
Aquel organismo fue concebido como un cuerpo glorioso, una nueva
humanidad que participaba de la vida de Jesucristo. Teniendo en cuenta esta
unión tal como fue realizada en el curso de la historia, Cristo pudo decir:
"He aquí, yo y los hijos que Dios me dio", Heb. 2: 13.
LA UNIÓN DE LA VIDA REALIZADA EN FORMA OBJETIVA EN
CRISTO
En virtud de la unión legal o representativa, establecida en el
pacto de redención, Cristo llegó a encarnar como el substituto de su pueblo,
para merecer todas las bendiciones de salvación para ellos. Puesto que sus
hijos participaban de carne y sangre, "Cristo también, de manera parecida,
participó de lo mismo; para que por medio de la muerte nulificara al que tenía
el poder de la muerte, es decir, el diablo; y pudiera librar a todos aquellos
que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos a la
esclavitud", Heb. 2: 14, 15. Cristo pudo ganar la salvación para ellos
precisamente porque ya estaba en relación con ellos como su Fiador y Mediador,
su Cabeza y Substituto.
Toda la Iglesia estaba incluida en El, teniéndolo por cabeza. En
su sentido objetivo su progenie fue crucificada con Cristo, murió con Cristo,
resucitó en El de entre los muertos, y también se le hizo sentar con El en los lugares
celestiales. Todas las bendiciones de la gracia están listas para la Iglesia en
Cristo; el hombre nada puede añadirles, y ellas sólo aguardan las ser
aplicadas, subjetivamente, mediante la operación del Espíritu Santo que también
fue ganado por Cristo, y su realización es segura en el curso de la historia.
LA UNIÓN DE LA VIDA REALIZADA SUBJETIVAMENTE POR
MEDIO DE LA OPERACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
La obra de Cristo no estuvo terminada cuando ganó la salvación
para su pueblo y obtuvo la posesión actual de las bendiciones de la salvación.
En el consejo de redención tomó sobre sí mismo la responsabilidad de colocar a
su pueblo en posesión de todas estas bendiciones, y hace todo esto por medio de
la operación del Espíritu Santo que toma todas las cosas que son de Cristo y
nos las da.
No debemos concebir la realización subjetiva de la unión mística,
en la iglesia, de una manera atómica como si se efectuara trayendo ahora a éste
y en seguida al otro individuo pecador a Cristo. Debe mirarse desde el punto de
vista de Cristo. De una manera objetiva, toda la Iglesia está en El, y nace de
Él cuando lo tiene por Cabeza.
No es un mecanismo en el que las partes fueran primero que el
todo, sino un organismo en el que el todo es primero que las partes. Las partes
salen de Cristo por medio de la obra regeneradora del Espíritu Santo, y luego
continúan en relación viva con El. Jesús llama la atención a esta relación
orgánica cuando dice: "Yo soy la vid, y vosotros sois los pámpanos; el que
permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto: Porque sin mí nada podéis
hacer", Juan 15: 5.
En vista de lo que se ha dicho, es muy evidente que no resulta correcto
afirmar que la unión mística es el fruto de la fe del hombre que acepta a
Cristo, como si la fe no fuera una de las bendiciones del pacto que fluyen de
la plenitud de Cristo hacia nosotros, sino una condición que el hombre debe
satisfacer parcial o totalmente con sus propias fuerzas para entrar en relación
viva con Jesucristo. La fe es, primero que todo, un don de Dios y en tal
concepto es parte de los tesoros que están escondidos en Cristo.
Nos capacita para apropiarnos de la parte que es nuestra y que
nos es dada en Cristo, y para entrar en el gozo consciente, y siempre en
aumento, de la bendita unión con Cristo que es la fuente de todas nuestras
riquezas espirituales.
La unión de que tratamos puede definirse como aquella unión
espiritual, íntima y vital entre Cristo y su pueblo, en virtud de la cual El es
la fuente de la vida y de la fuerza de ese pueblo, de su bienaventuranza y de
su salvación. Que esa es una unión muy íntima se descubre con abundancia en las
figuras que se usan en la Escritura para describirla. E
s una unión como la que hay entre la vid y los pámpanos, Juan
15: 5, como la que hay entre un fundamento y el edificio que se levanta sobre
él, I Ped. 2: 4, 5, como la que hay entre el esposo y la esposa, Ef. 5: 23-32 y
como la que hay entre la cabeza y los miembros del cuerpo, Ef. 4: 15, 16. Y aun
estas figuras fallan en dar una expresión completa de la realidad. Es una unión
que sobrepasa al entendimiento. Dice el Dr. Hodge :
"La designación técnica de esta unión en el, lenguaje
teológico es 'mística', porque trasciende tanto de todas las analogías que se
encuentran en las relaciones terrenales, en lo que tiene que ver con lo íntimo
de su conexión, en el poder transformador de su influencia y en la excelencia
de sus consecuencias".245 Si la discusión de este aspecto de la unión
mística se toma, primero que todo, en el ordo salutis, deberá recordarse que
será necesario considerarlo en relación con lo que precede, en forma ideal en
el consejo de redención, y de manera objetiva en la obra de Cristo ; y que el
orden es lógico más bien que cronológico.
Puesto que el creyente es "una nueva criatura" (II
Cor. 5: 17), o es "justificado" (Hech. 13: 39) solamente en Cristo,
la unión con El precede en forma lógica, tanto a la regeneración como a la
justificación por la fe, aunque todavía, cronológicamente, el momento cuando somos
unidos con Cristo es también el momento de nuestra regeneración y
justificación.
CARACTERÍSTICAS DE LA UNIÓN MÍSTICA
De lo precedente se ve que el término "unión mística"
puede ser y a menudo es, utilizado en un sentido amplio incluyendo los diversos
aspectos (legal, objetivo, subjetivo) de la unión entre Cristo y los creyentes.
No obstante, de una manera más general denota sólo los aspectos culminantes de
esa unión, es decir, su realización subjetiva mediante la operación del
Espíritu Santo y este aspecto de ella es el que está, como es natural, con
carácter sobresaliente en la Soteriología.
Todo lo que se dice en el resto de este capítulo tiene que ver
con esta unión subjetiva. Las siguientes son las principales características de
esta unión
1. Es Una Unión Orgánica. Cristo y los creyentes forman un cuerpo.
El carácter orgánico de esta unión se enseña con claridad en pasajes como Juan
15: 5; I Cor. 6: 15-19; Ef. 1: 22, 23; 4: 15, 16; 5: 29, 30. En esta unión
orgánica Cristo ministra a los creyentes, y los creyentes ministran a Cristo.
Cada parte del cuerpo sirve a las otras y es servida por las otras en
reciprocidad, y juntas quedan subordinadas al todo en una unión indisoluble.
2. Es Una Unión Vital. En esta unión Cristo es el principio
vitalizador y dominante de todo el cuerpo de creyentes. No es otra sino la vida
de Cristo la que habita en los creyentes y anima a los creyentes de manera que,
diciéndolo con Pablo, "Cristo está formado" en ellos, Gál. 4: 19. Por
esta unión vital Cristo se convierte en el principio formativo de la vida de
ellos y los conduce en dirección hacia Dios, Rom. 8: 10; II Cor. 13: 5; Gál. 4:
19, 20.
3. Es Una Unión Mediada Por El Espíritu Santo. El Espíritu Santo
fue en una capacidad especial una parte de la recompensa del Mediador, y como
tal fue derramado en el día de Pentecostés para la formación del cuerpo
espiritual de Jesucristo. Por medio del Espíritu Santo, Cristo habita ahora en
los creyentes, los une consigo mismo y los entreteje juntos en una santa
unidad, I Cor. 6: 17; 12: 13; II Cor. 3: 17, 18; Gál. 3: 2, 3.
4. Es Una Unión Que Implica Acción Reciproca. El acto inicial es
el de Cristo que une a los creyentes consigo mismo mediante el acto de regenerarlos
y de este modo produce fe en ellos. Al contrario, el creyente también se une a
Cristo mediante un acto consciente de fe, y continúa la unión bajo la
influencia del Espíritu Santo, por medio del ejercicio constante de la fe, Juan
14 : 23 ; 15 : 4, 5; Gál. 2 : 20; Ef. 3 : 17.
5. Es Una Unión Personal. Cada creyente está unido personal y
directamente con Cristo. La explicación de que la vida que hay en la Iglesia
por medio de Cristo fluye de la iglesia a cada individuo creyente es
decididamente anti bíblica, no sólo en su forma sacramentaria sino también en
su forma panteísta (Roma, Schleiermacher y muchos teólogos modernos). Cada
pecador que es regenerado está relacionado directamente con Cristo y recibe la
vida de Él. En consecuencia, la Biblia siempre acentúa la unión con Cristo,
Juan 14: 20; 15: 1-7; II Cor. 5: 17; Gál. 2: 20; Ef. 3: 17, 18.
6. Es Una Unión Transformadora. Mediante esta unión los creyentes
son transformados a la imagen de Cristo según su naturaleza humana. Lo que
Cristo hace en su pueblo es, en un sentido, la réplica o reproducción de lo que
tuvo lugar en El. No sólo de manera objetiva, sino que en un sentido subjetivo
ellos sufren, llevan la cruz, son crucificados, mueren y son levantados a una
nueva vida, con Cristo. Participan, en cierta medida, de las experiencias de su
Señor, Mat. 16: 24; Rom. 6: 5; Gál. 2: 20; Col. 1: 24; 2: 12; 3: 1; I Ped. 4:
13.
CONCEPTOS ERRÓNEOS ACERCA DE LA UNIÓN MÍSTICA
Hay varios conceptos erróneos acerca de la unión mística, en
contra de los cuales debemos ponernos en guardia. Los errores sobre este punto
no deben considerarse como faltos de consecuencias, y por lo mismo carentes de
importancia, porque están erizados de peligros para el correcto entendimiento
de la vida cristiana.
1. El Error Racionalista. Debemos evitar el error de los
racionalistas que identifican la unión mística con la unión de Cristo como el
Logos con toda la creación, o con la inmanencia de Dios en todos los espíritus
humanos. Esto se encuentra en la siguiente afirmación, que A. H. Strong copia
de la obra de Campbell, The Indwelling Christ: "En la inmanencia de Cristo
en la naturaleza encontramos la base de su inmanencia en la naturaleza humana. Un
hombre puede estar fuera de Cristo, pero Cristo nunca está fuera de él. A los
que abandonan a Cristo El nunca los abandona". En este concepto la unión
mística queda despojada de su significado soteriológico.
2. El Error Místico. Otro error peligroso es el de los místicos
que entienden por mística una identificación del creyente con Cristo. Según
este concepto hay en esa identificación una unión de esencia en la cual la
personalidad de uno queda simplemente sumergida en la del otro, de manera que
Cristo y el creyente ya no siguen siendo dos personas distintas. Hasta algunos
de los luteranos llegaron a ese extremo. Un extremista no vacila en decir,
"Yo soy Cristo Jesús, la Palabra viviente de Dios: yo te he redimido por
mis sufrimientos sin pecado".
3. El Error De Los Socinianos Y De Los Arminianos. Otro extremo diferente
se encuentra en las enseñanzas de los socinianos y de los arminianos, que explican
la unión mística como una mera unión moral, o una unión de amor y simpatía como
la que existe entre un maestro y sus discípulos, o entre amigo y amigo. Tal
unión no envuelve ninguna interpretación de la vida de Cristo y la de los creyentes.
No envolvería otra cosa que un apego amante a Cristo, amistosos servicios
prestados espontáneamente a Él, y la pronta aceptación del mensaje del Reino de
Dios. Es una unión que no reclama que Cristo esté dentro de nosotros.
4. El Error Sacramentario. Otro error que debe evitarse es el de
los sacramentalistas representados por la iglesia católico romana y por algunos
luteranos y episcopales de la Iglesia Alta. Strong habla de esto como "tal
vez la más perniciosa de las interpretaciones erróneas de la naturaleza de esta
unión". Hace a la grada de Dios algo substancial, de lo que la iglesia es
depositaria, y que puede transmitirse en los sacramentos; perdiendo de vista
por completo el hecho de que los sacramentos no pueden efectuar esta unión,
porque ellos ya la presuponen.
EL SIGNIFICADO DE LA UNIÓN MÍSTICA
1. La unión mística, en el sentido en que estamos hablando de
ella, no es la base judicial sobre la que nos convertimos en participantes de
las riquezas que están en Cristo. A veces se dice que los méritos de Cristo no
se nos pueden impartir mientras no estemos en Cristo, puesto que sólo sobre la
base de nuestra unión con El es razonable que se pueda hacer tal imputación.
Pero este concepto falla al no distinguir entre nuestra unidad legal con Cristo
y nuestra unidad espiritual con El.
Y es una falsificación del elemento fundamental en la doctrina
de la redención, es decir, la doctrina de la justificación. La justificación
siempre es una declaración de Dios, no sobre la base de una condición
existente, sino sobre la de una bondadosa imputación, una declaración que no
está en armonía con la condición en que se encuentra el pecador. La base
judicial para toda la gracia especial que recibimos, se encuentra en el hecho
de que la justicia de Cristo se nos imputa' gratuitamente.
2. Pero este estado de cosas, es decir, que el pecador nada tiene
en sí mismo, y que lo recibe todo gratuitamente de Cristo, debe reflejarse en
la conciencia del pecador. Y esto tiene lugar por la mediación de la unión
mística. Aunque la unión se efectúa cuando el pecador queda renovado por la
operación del Espíritu Santo, no se convierte en conocedor de ello, y no pone
actividad en cultivarla sino hasta que comienza en él la consciente operación
de la fe. Entonces se da cuenta del hecho de que no tiene justicia propia, y de
que la justicia por la que aparece justo en la presencia de Dios le ha sido
imputada.
Pero aun así, todavía se requiere algo adicional. El pecador
debe sentir su dependencia de Cristo en lo más profundo de su ser en la vida
subconsciente. De aquí que tenga que ser incorporado en Cristo, y como
resultado le viene la experiencia de que toda la gracia que recibe fluye de Cristo.
El sentimiento constante de dependencia que así se engendra es un antídoto en
contra de toda justicia propia.
3. La unión mística con Cristo también asegura para el creyente el
poder continuamente transformador de la vida de Cristo, no sólo en el alma sino
también en el cuerpo. El alma se renueva por grados a la imagen de Cristo, como
Pablo lo expresa, "de gloria en gloria, como por el Espíritu del
Señor". II Cor. 3: 18. Y el cuerpo queda consagrado en este tiempo
presente para ser instrumento adecuado del alma renovada, y se levantará en el
fin de los tiempos a la semejanza del cuerpo de Cristo glorificado, Fil. 3: 21.
Están en Cristo, los creyentes que participan de todas las bendiciones que El
conquistó para su pueblo. Cristo es para ellos una fuente perenne que brota
para vida eterna.
4. En virtud de esta unión los creyentes tienen compañerismo con
Cristo. Así como Cristo participa en los trabajos, los sufrimientos y las
tentaciones de su pueblo, tienen que ser hechos, ellos, participantes de las
experiencias de Él. Los sufrimientos de Cristo son, en cierta medida,
reproducidos y completados en las vidas de los seguidores suyos. Están
crucificados con Cristo y también resucitan con Cristo a nueva vida. El triunfo
final de Cristo también se convierte en el triunfo de ellos, Rom. 6: 5, 8; 8:
17; II Cor. 1: 7; Fil. 3: 10; I Ped. 4: 13.
5. Por último, la unión de los creyentes con Cristo proporciona la
base para la unidad espiritual de todos los creyentes, y en consecuencia, para
la comunión de los santos.
Están animados por el mismo espíritu, están llenos del mismo
amor, permanecen en la misma fe, se empeñan en la misma batalla y están
comprometidos para alcanzar la misma meta. Juntamente se interesan en las cosas
de Cristo y de su Iglesia, de Dios y de su reino, Jun. 17: 20, 21; Hech. 2: 42;
Rom. 12: 15; Ef. 4: 2, 3; Col. 3: 16; I Tes. 4: 18; 5: 11; Heb. 3: 13; 10: 24,
25; Stgo. 5: 16; I Jun. 1: 3, 7.
PREGUNTAS
PARA AMPLIAR EL ESTUDIO
1. ¿Cuál es el significado del término 'mística' cuando se aplica
a la unión con Cristo?
2. ¿Cuál es la relación entre gracia en el sentido legal, y el que
gracia tiene en la esfera moral?
3. ¿Cómo deberíamos contestar la contradicción de que el pecador
no puede ser participante de las bendiciones de la gracia especial de Dios sino
hasta que está incorporado en forma subjetiva en Cristo?
4. ¿Qué se puede decir en contestación a la afirmación de que la
fe precede a la regeneración, porque ella efectúa la unión con Cristo, en tanto
que la regeneración es el fruto de esta unión?
5. ¿Suprime la unión mística la personalidad del hombre o la
conserva? Compárese Ef. 4: 13.
6. ¿Derivan todos los creyentes beneficios iguales de esta unión?
7. Si esta unión es indisoluble, ¿Cómo debemos entender Juan 15:
1.7?
8. ¿Cuál es el concepto de Schleiermacher acerca de la unión del
creyente con Cristo?