LA CONVERSIÓN

Hay una transición natural de la discusión de la regeneración y él llama-miento eficaz a la discusión de la conversión. 

Mediante una operación especial del Espíritu Santo la regeneración desemboca en la conversión. La conversión puede ser una repentina y aguda crisis en la vida del individuo, pero a muchos les viene en forma de proceso gradual. En la psicología de la religión, por lo general, ambas maneras se identifican. Todo esto apunta hacia la estrecha relación que hay entre las dos.

LOS TÉRMINOS BÍBLICOS PARA DESIGNAR LA CONVERSIÓN

LAS PALABRAS USADAS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El Antiguo Testamento emplea, especialmente, dos palabras para conversión, y son las siguientes:
1. Nacham, que sirve para expresar un sentimiento profundo, sea de tristeza (niphal) o de consuelo (piel). En niphal significa arrepentirse, y este arrepentimiento con frecuencia está acompañado con un cambio de plan o de acción, en tanto que en piel significa consolar, o consolarse uno mismo. Como designación de arrepentimiento, y este significado es el que aquí nos interesa no se usa sólo en lo que atañe al hombre, sino en lo que atañe también a Dios, Gen 6: 6 y 7; Ex 32: 14; Jue. 2: 18; I Sam 15: 11.
2. Shubh, que es la palabra más común para conversión, significa volverse, acercarse y regresar. Con frecuencia se usaba en sentido literal, tanto de Dios como del hombre, pero pronto adquirió un significado religioso y ético. Este sentido resulta más prominente en los profetas, en donde se refiere al regreso de Israel al Señor, después de haberse apartado de Él. La palabra muestra con claridad que lo que el Antiguo Testamento llama conversión es un retorno hacia Aquel de quien el hombre fue separado por el pecado. Este es un elemento muy importante en la conversión.
Encuentra su expresión en las palabras del Hijo Pródigo, "Me levantaré e iré a mi Padre".
LAS PALABRAS DEL NUEVO TESTAMENTO
De manera especial, tres palabras vienen aquí para que las consideremos:
1. Metanoia (en su forma verbal, metanoeo). Esta es la palabra más común para conversión en el Nuevo Testamento, y es también, de todos los términos empleados, el más fundamental. La palabra está compuesta de meta y nous, ésta, a su vez relacionada con el verbo ginosko (latín, noscere; inglés, to know; español, conocer), todas las cuales se refieren a la vida consciente del hombre.
En la Biblia inglesa la palabra se traduce "repentance" (arrepentimiento), pero esta traducción con mucha dificultad liaría justicia al original, puesto que da indebida importancia al elemento emocional.
A. Trench indica que en los clásicos la palabra significa: saber según, conocimiento derivado;
B. Cambiar la mente según el resultado de este conocimiento derivado;
C. En consecuencia de este cambio mental, deplorar la ruta seguida;
D. Un cambio de conducta para el futuro, como resultado de los tres plintos anteriores.
Puede indicar, no obstante, un cambio para peor, tanto como para mejor, y no incluye en forma necesaria una resipiscentia un recobrar la sabiduría. Pero en el Nuevo Testamento su significado se profundiza y denota, primero que todo, un cambio de mente, en el que se adquiere un concepto más sabio acerca del pasado y que incluye un sentimiento de pesar por el mal entonces cometido, a la vez que conduce a un cambio de vida hacia lo mejor.
Aquí se hace presente el elemento de resipiscentia, Walden en su obra sobre, The Great Meaning of Metanoia, llega a la conclusión de que trae la idea de "un cambio general de la mente el cual, al llegar a su desarrollo culminante se convierte en una regeneración intelectual y moral".
Aunque sostengamos que la palabra denota ante todo un cambio de mente, no debemos perder de vista el hecho de que su significado no queda limitado a lo intelectual, al conocimiento teórico, sino que incluye también el conocimiento moral, la conciencia. Ambas, mente y conciencia están manchadas, Tito 1: 15, y cuando el nous de una persona queda cambiado, no sólo recibe conocimiento nuevo, sino también dirección para su vida consciente; su cualidad moral también sufre cambio.
E. Vara particularizar un poco más diremos que el cambio indicado por la palabra metanoia tiene referencia, a la vida intelectual, II Tim. 2: 25, a un mejor conocimiento de Dios y de su verdad, y a una aceptación salvadora de ella (idéntica con la acción de la fe)
F. A la vida volitiva consciente, Hech. 8: 22, a un retorno del yo hacia Dios (esto de nuevo incluye la acción de la fe)
G. A la vida emocional, hasta donde este cambio va acompañado con santa tristeza, II Cor. 7: 10, y abre campos nuevos de satisfacción para el pecador.
En todos estos aspectos metanoia incluye una oposición consciente a la condición anterior. Esto, en metanoia es un elemento esencial y por lo mismo merece cuidadosa atención. Ser convertido no es nada más pasar de una dirección consciente a otra, sino hacerlo con una aversión percibida claramente en contra de la dirección anterior.
En otras palabras metanoia no tiene nada más un lado positivo sino también uno negativo; ve hacia atrás tanto como hacia adelante., La persona convertida se vuelve consciente de su ignorancia y de su error, de su rebelión y de su locura. Su conversión incluye a la vez fe y arrepentimiento. Triste es decirlo, la iglesia, poco a poco, perdió de vista el significado original de metanoia.
En la teología latina Lactancio la tradujo "resipiscentia", un volver a ser sabio, como si la palabra se derivara de meta y de anoia y denotara un regreso de la insanidad y la locura. Sin embargo, la mayoría de los escritores latinos prefieren traducirla "poenitentia", una palabra que denota la tristeza y el dolor que sigue cuando uno ha cometido el mal o cualquier clase de error. Esta palabra pasó a la Vulgata como la traducción de metanoia, y bajo la influencia de la Vulgata los traductores ingleses tradujeron esa palabra griega por "arrepentimiento", acentuando de este modo el elemento emocional y haciendo que metanoia resultara equivalente de metameleia.
En algunos casos, la deterioración fue todavía más lejos. La iglesia católico romana externó la idea de arrepentimiento en su sacramento de la penitencia, de manera tal que metanoeite del testamento griego (Mat. 3: 2) se convirtió en poenitentiam agite, el "haced penitencia" de la Vulgata Latina.
2. Epistrophe (forma verbal, epistrepho). Esta palabra sigue en importancia a metanoia. En tanto que en la Septuaginta metanoia es una de las traducciones de machaco, las palabras epistrophe y epistrepho sirven para traducir las palabras hebreas teshubhah y shubh. Estas se usan constantemente en el sentido de volverse, o de regresarse.
Las palabras griegas deben leerse a la luz de las del hebreo, para desentrañar el punto importante de que volverse, en realidad indica un volverse otra vez. En el Nuevo Testamento el nombre' epistrophe se usa una sola vez, Hech. 15: 3, en tanto que el verbo ocurre varias veces. Tiene un significado un tanto más amplio que metanoeo, y en realidad indica el acto final de la conversión.
Denota no un mero cambio del nous o intelecto, sino que acentúa el hecho de que se ha establecido una nueva relación, que se ha hecho que la vida activa se mueva en otra dirección. Esto debe tenerse presente en la interpretación de Hech. 3: 19 en donde las dos palabras se usan indistintamente.
Algunas veces metanoeo contiene nada más la idea de arrepentimiento, en tanto que epistrepho incluye siempre el elemento de la fe. Metanoeo y pisteuein pueden usarse indistintamente; lo que no acontece con epistrepho y pisteuein.
3. Metameleia (forma verbal, metamelomai). Sólo la forma verbal se usa en el Nuevo Testamento, y a la letra significa "llegar posteriormente a preocuparse de uno mismo". Es una de las traducciones que la palabra hebrea nicham tiene en la Septuaginta. En el Nuevo Testamento se le encuentra nada más cinco veces, es decir, en Mat. 21: 29, 32; 27:3; II Cor. 7: 10; Heb. 7: 21. De estos pasajes resulta evidente que la palabra acentúa el elemento de arrepentimiento, aunque no se trate, necesariamente, del verdadero arrepentimiento.'
En esta palabra se encuentra en su forma más significativa el elemento emocional, negativo y retrospectivo, en tanto que metanoeo también incluye el elemento volitivo, y denota un enérgico regreso (nueva dirección) de la voluntad. Aunque metanoeo se usa a veces en el modo imperativo, esto nunca pasa con metarnelomai. Los sentimientos no se dejan mandar. Esta palabra se acerca más a la poenitentia latina que metanoeo.

LA IDEA BÍBLICA DE LA CONVERSIÓN SU DEFINICIÓN

De consiguiente, la conversión está fundada, como todas las demás doctrinas, en la Biblia, y sobre tal base tiene que ser aceptada. Puesto que la conversión es una experiencia consciente en la vida de muchos, puede añadirse al testimonio de la Palabra, el de la experiencia, pero éste, a pesar de lo valioso que sea, nada añade a la certidumbre que se enseña en la Palabra de Dios. Podemos estar agradecidos porque en años recientes la Psicología de la Religión ha dedicado considerable atención al hecho de la conversión, pero debemos recordar siempre que aunque ha puesto ante nuestra atención algunos hechos interesantes, ha hecho poco o nada para explicar la conversión como un fenómeno religioso.
La doctrina bíblica de la conversión está basada no sólo en los pasajes que contienen uno o más de los términos mencionados arriba, sino también en muchos otros en los que el fenómeno de la conversión está descrito o representado concretamente con ejemplos vivos. La Biblia no siempre habla de la conversión en el mismo sentido. Debemos distinguir los siguientes:
CONVERSIONES NACIONALES
En los días de Moisés, Josué y los Jueces, el pueblo de Israel repetidamente se volvió de en pos de Jehová, y después de experimentar el desagrado de Dios se arrepintieron de sus pecados y se volvieron al Señor; hubo una conversión nacional en el reino de Judá en los días de Ezequías y una más en los días de Josías. Por efecto de la predicación de Jonás los ninivitas se arrepintieron de sus pecados y fueron librados por el Señor, Jonás 3: 10. Estas conversiones nacionales tuvieron nada más el carácter de reformas naturales o morales.
Debieron haber estado acompañadas con algunas conversiones verdaderas de individuos, pero estuvieron lejos de ser conversiones verdaderas de todos los componentes de la nación. Por regla general fueron muy superficiales. Hicieron su aparición bajo la dirección de dirigentes piadosos, y cuando estos tuvieron por sucesores a hombres malvados, el pueblo cayó de inmediato volviendo a sus antiguos hábitos.
CONVERSIONES TEMPORALES
La Biblia también refiere conversiones de individuos en quienes no se presentó un cambio de corazón, y por lo mismo son de transitoria importancia. En la parábola del sembrador habló Jesús de aquellos que oyen la Palabra y luego la reciben con gozo, pero no tienen raíz en ellos mismos y por tanto sobreviven muy poco tiempo. Cuando llegan las tribulaciones, las pruebas y las persecuciones, se ofenden de inmediato y se apartan, Mat. 13: 20, 21.
Pablo hace mención de Himeneo y Alejandro, que "hicieron naufragio en cuanto a la fe", I Tim. 1: 19 y 20. Compárese también II Tim. 2: 17 y 18. Y en II Tim. 4: 10 se refiere a Demas que lo abandonó porque se impuso sobre él el amor del mundo presente. Y el escritor de Hebreos habla de algunos que cayeron "los cuales una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y así mismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero", Heb. 6 : 4-6.
Por último dice de algunos que dieron la espalda a los fieles: "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros", I Juan 2: 19; conversiones temporales como estas, tuvieron por algún tiempo la apariencia de verdaderas.
LA CONVERSIÓN VERDADERA
La conversión verdadera nace de una santa tristeza y desemboca en una vida de devoción a Dios, II Cor. 7: 10. Es un cambio cuya raíz está en la obra de regeneración y que se efectúa en la vida consciente del pecador mediante el Espíritu de Dios ; un cambio de pensamientos y opiniones, de anhelos y voliciones que envuelven la convicción de que la primera dirección de la vida era necia, equivocada, y trastornaba el curso entero de la vida.
Hay dos lados de esta conversión, uno activo y otro pasivo; el primero es un acto de Dios por medio del cual El mismo cambia el curso consciente de la vida del hombre, y el segundo viene siendo el resultado de aquel primer acto de Dios tal como se ve al ocurrir el cambio en la vida del hombre para volverse a Dios.
En consecuencia debe darse una doble definición de la conversión:
1. La conversión activa es aquel acto de Dios por medio del cual El hace que el pecador sea regenerado en su vida consciente, para volverse a Dios con arrepentimiento y fe.
2. La conversión pasiva es el acto consciente del pecador regenerado por medio del cual él mediante la gracia divina se vuelve a Dios con arrepentimiento y fe. Esta conversión verdadera es con la que tenemos que ver, ante todo, en teología.
La Palabra de Dios contiene varios ejemplos impresionantes de ella, por ejemplo, la conversión de Naamán, II Reyes 5: 15; la de Manasés, II Crón. 33: 12, 13; la de Zaqueo, Luc. 19: 8, 9; la del hombre que nació ciego, Juan 9: 38; la de la mujer samaritana, Juan 4: 29, 39; la del eunuco, Hech. 8: 30 y sigs.; la de Cornelio, Hech. 10: 44 y sigs.; la de Pablo, Hech. 9: 5 y sigs. ; La de Lidia, Hech. 16: 14 y otras.
LA REPETICIÓN DE LA CONVERSIÓN
También habla la Biblia de la repetición de la conversión, en la cual una persona convertida, después de una caída temporal en los caminos del pecado, de nuevo se vuelve a Dios. Strong prefiere no usar la palabra "conversión" para este cambio, sino nada más emplear palabras y frases como "separarse, dejar, volver de, descuidos o transgresiones, viniendo de nuevo a Cristo, creyendo nuevamente en El".
Pero la Escritura misma usa la palabra "conversión" para tales casos, Luc. 22: 32; Apoc. 2: 5, 16, 21 y 22 y 3: 3 y 19. Sin embargo debe entenderse que conversión en el estricto sentido soteriológico de la palabra nunca se repite. Aquellos que han experimentado una conversión verdadera pueden caer temporalmente bajo la atracción del mal y ser atrapados por el pecado; podrán a veces hasta vagar lejos del hogar; pero la vida nueva recibe orden de rehacerse y en ocasiones los hará volverse a Dios con corazones penitentes.
LAS CARACTERÍSTICAS DE LA CONVERSIÓN.
La conversión es nada más una parte del proceso de la salvación. Pero debido a que es una parte de un proceso orgánico, está como es natural, conectada estrechamente con todas las otras partes. Algunas veces se hace visible una tendencia en forma especial en nuestra tierra, de identificarla con algunas otras partes del proceso o de glorificarla como si fuera con mucho la parte más importante del proceso.
Es un hecho bien sabido que algunos, al hablar de su redención nunca van más allá de la historia de la conversión de ellos y olvidan decir acerca de su crecimiento espiritual en años posteriores. Esto se debe sin duda al hecho de que en la experiencia de ellos la conversión permanece como crisis marcada en forma aguda, y una crisis que se debió a la acción tomada por parte de ellos. En vista de la tendencia actual de perder de vista las líneas de demarcación del proceso de salvación, es bueno que nos acordemos de la verdad del viejo adagio latino, "Qui bene distinguet. Bene docet". Debemos notar las siguientes características de la conversión:
1. La conversión pertenece más a los actos recreativos de Dios que a los judiciales. Ella no altera el estado sino la condición del hombre. Al mismo tiempo en la esfera judicial está estrechamente relacionada con las operaciones divinas. En la conversión el hombre se hace consciente del hecho de que es digno de condenación y también llega al reconocimiento de ese hecho. Aunque para llegar hasta aquí se presupone que ya hay fe, este paso nos conduce también a una manifestación más grande de fe en Jesucristo, una confianza de fe en El para salvación. Y en su turno, esta fe, al apropiarse la justicia de Jesucristo, sirve para la justificación del pecador. En la conversión el hombre despierta a la gozosa seguridad de que todos sus pecados están perdonados sobre la base de los méritos de Jesucristo.
2. Como lo indica con claridad la palabra metanoia, la conversión tiene lugar no en la vida subconsciente del pecador, sino en la consciente. Siendo uno de los efectos directos de la regeneración, incluye como es natural, una transición en las operaciones de la vida nueva, desde la vida subconsciente hasta la consciente. Atendiendo a esto puede decirse que la conversión comienza por debajo de la conciencia, pero que, como un acto completo, efectivamente cae dentro del campo de la vida consciente. Esto hace ver la estrecha relación que hay entre regeneración y conversión: La conversión cuya raíz no llega a la regeneración no es conversión verdadera.
3. La conversión marca el principio consciente, no sólo del desechamiento del viejo hombre, en huir del pecado, sino también de vestirnos del hombre nuevo, un luchar por la santidad de vida. En la regeneración queda reemplazado el principio pecaminoso de la vida vieja por el principio de la vida nueva. Pero sólo en la conversión penetra esta transición a la vida consciente, colocando a ésta en una nueva dirección hacia Dios. El pecador, con toda consciencia, abandona la antigua vida pecaminosa y retorna a una vida de comunión con Dios y dedicada a Dios. Sin embargo, esto no significa que la lucha entre la vida nueva y la vieja haya terminado; esa lucha continuará entre tanto que el hombre viva.
4. Si tomamos la palabra "conversión" en su sentido más definido, se verá que denota un cambio instantáneo, y no un proceso como la santificación. Es un cambio que tiene lugar una vez, y que no puede repetirse, aunque como ya dijimos arriba, la Biblia también habla del regreso del cristiano a Dios, después de que ha caído en el pecado, considerándola una conversión. Es el nuevo regreso del creyente a Dios y a la santidad después de haberles abandonado por un tiempo. En relación con la regeneración, posiblemente no podemos hablar de una repetición; pero en la vida consciente del cristiano hay altas v bajas, tiempos de estrecha comunión con Dios y tiempos de alejamiento de Él.
5. A diferencia de aquellos que piensan que la conversión no es otra cosa que una crisis definida en la vida, deberemos notar que, aunque la conversión puede ser una crisis agudamente marcada, también puede ser un cambio muy gradual. La teología más antigua siempre ha distinguido entre conversiones repentinas y graduales (como en el caso de Jeremías, Juan Bautista y Timoteo); y en la actualidad la psicología de la conversión acentúa la misma distinción. Las conversiones de crisis son más frecuentes en las épocas de declinación religiosa, y en las vidas de aquellos que no han disfrutado los privilegios de una verdadera educación religiosa, y que además han vagado lejos de la senda de la verdad, de la justicia y de la santidad.
6. Por último, en la actualidad, cuando muchos psicólogos demuestran inclinación a reducir la conversión a un fenómeno general y natural de la adolescencia, se hace necesario hacer notar que cuando hablamos de conversión, queremos expresar la obra sobrenatural de Dios que produce un cambio religioso. Los psicólogos a veces dan a entender que la conversión no es otra cosa que un fenómeno natural, y para ello llaman la atención al hecho de que también ocurren cambios repentinos en la vida intelectual y moral del hombre.
Algunos de ellos sostienen que al emerger la idea del sexo, viene también a jugar un papel importante en la conversión. Debe sostenerse el carácter definido de la conversión religiosa en contra de aquella tendencia racional y naturalista.

LOS ELEMENTOS DIFERENTES EN LA CONVERSIÓN

Ya con lo anterior se ve que la conversión abarca dos elementos, es decir, arrepentimiento y fe. El arrepentimiento es retrospectivo, y la fe es prospectiva. El primero se relaciona directamente con la santificación, en tanto que la segunda se relaciona, estrecha aunque no exclusivamente, con la justificación. Atendiendo a que nos ocuparemos de la fe en un capítulo aparte, aquí nos limitaremos al arrepentimiento, y lo definiremos como aquel cambio operado con la vida consciente del pecador, por medio del cual se regresa del pecado.
LOS ELEMENTOS DEL ARREPENTIMIENTO
En el arrepentimiento distinguimos tres elementos:
1. Un elemento intelectual. Hay un cambio de opinión, un reconocimiento del pecado con la culpa personal, la corrupción y la incapacidad que envuelve. En la Biblia se le designa como epignosis hamartias (conocimiento del pecado), Rom. 3: 20, compárese 1: 32. Si no va acompañado por los otros elementos siguientes, puede manifestarse como temor del castigo, aunque carezca del odio del pecado.
2. Un elemento emocional. Hay un cambio de sentimiento que se manifiesta en tristeza por el pecado cometido en contra de un Dios santo y justo, Sal 51: 2, 10, 14. Este elemento de arrepentimiento queda indicado por la palabra metamelomai. Si se acompaña por el elemento siguiente, es una lupe kata theou (tristeza de Dios), pero si ella no lo acompaña, es una lupe tou kosmou (tristeza del mundo), que se manifiesta en remordimiento y desesperación, II Cor. 7: 9, 10; Mat. 27: 3; Luc. 18: 23.
3. Un elemento volitivo. Hay un elemento volitivo que consiste en un cambio de propósito, un íntimo volverse del pecado, y una disposición a buscar el perdón y la pureza, Sal 51: 5, 7, 10; Jer. 25: 5. El elemento volitivo incluye los otros dos elementos, y por lo mismo es el aspecto más importante del arrepentimiento. En la Biblia se denota con la palabra metanoia, Hedí. 2: 38; Rom. 2: 4.
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA EN LA IGLESIA DE ROMA
La iglesia de Roma ha hecho de la idea del arrepentimiento algo por completo externo. Los elementos más importantes del sacramento de la penitencia son contrición, confesión, satisfacción y absolución. De estos cuatro la contrición es la única que pertenece propiamente al arrepentimiento, y hasta de éste excluyen los romanistas toda tristeza por el pecado innato, reteniendo sólo la tristeza por las transgresiones personales. Y porque sólo pocos experimentan contrición verdadera, el pecador puede darse por satisfecho con la atrición. Esta es la convicción mental de que el pecado merece castigo, pero no incluye confianza en Dios y un propósito de volverse del pecado. Consiste, pues, en el temor del infierno".
La confesión de la iglesia católica romana, es confesión hecha al sacerdote, quien absuelve no declarativamente, sino en forma judicial. Además, la satisfacción consiste en que el pecador haga la penitencia, es decir, que sufra algo que le resulte penoso, o que cumpla alguna tarea que le resulte difícil o desagradable. El pensamiento central es el de que todas las satisfacciones dadas en forma externa constituyen en verdad la satisfacción debida por el pecado.
EL CONCEPTO BÍBLICO DEL ARREPENTIMIENTO
La idea bíblica del arrepentimiento debe sostenerse en oposición a este concepto externo del arrepentimiento. Según la Escritura el arrepentimiento es un acto por completo interno y no debiera confundirse con el cambio de vida que fluye de él. La confesión del pecado y la reparación de los errores cometidos, son frutos del arrepentimiento. Este es sólo una condición negativa y no un medio positivo de salvación.
Aunque el arrepentimiento sea el deber del pecador, no soslaya las demandas de la ley por causa de las transgresiones pasadas. Además, el verdadero arrepentimiento nunca existe a menos que se presente en conjunción con la fe, en tanto que, por otra parte, dondequiera que hay fe verdadera, también hay arrepentimiento verdadero. Los dos no son más que otros tantos aspectos del mismo regreso un regreso del pecado para tomar la dirección hacia Dios.
Lutero algunas veces habló de un arrepentimiento que precede a la fe, pero a pesar de todo parece que estuvo de acuerdo con Calvino en considerar que el verdadero arrepentimiento es uno de los frutos de la fe. Los luteranos quieren acentuar el hecho de que el arrepentimiento se opera por medio de la ley, y que la fe se opera por medio del evangelio. Sin embargo, debe recordarse que los dos son inseparables; son nada más partes complementarias del mismo proceso.

LA PSICOLOGÍA DE LA CONVERSIÓN

En los últimos años los psicólogos han hecho un estudio especial de los fenómenos que concurren en la' conversión.
LA NATURALEZA DE ESTE ESTUDIO
La naturaleza de este estudio puede aprenderse mejor en las obras que a continuación citamos con sus autores De Coe, The Spiritual Life; de Starbuck, The Psychology of Religion; d James, Varieties of Religious Experience; de Ames, The Psychology o Religious Experience; de Pratt, The Religious Consciousness; de Clark, Th Psychology of Religious Awakening; de Hughes, The Neze, Psychology an, Religious Experience, y de Horton, The Psychological Approach to Theology)
Durante mucho tiempo la psicología descuidó por completo los hechos de la vida religiosa, pero desde hace más de un cuarto de siglo ha comenzado ocuparse de ellos. Al principio, de manera sobresaliente aunque no en forro; exclusiva, la atención se enfocó sobre lo que debió parecer el gran hecho' central de la experiencia religiosa', el hecho de la conversión.
Los psicólogo han estudiado muchos casos de conversión, utilizando el método inductivo, han intentado clasificar las diversas fuerzas que operan en la conversión, para distinguir los diferentes tipos de experiencia religiosa, para determinado período de la vida en que mejor puede ocurrir la conversión, y para descubrir las leyes que determinan el fenómeno de la conversión.
Aunque presentaron' el resultado de su estudio como una investigación del todo inductiva dentro de los fenómenos de la religión, tal como se presenta en la experiencia individual, y en algunos casos expresaron el recomendable deseo y la intención d guardar en el trasfondo sus convicciones personales, filosóficas y religiosas no obstante, revelaron una tendencia a considerar la conversión como u proceso del todo natural y tan sujeto a las leyes ordinarias de la psicología como cualquier otro hecho psicológico; y a pasar por alto su aspecto sobre natural, si no lo negaron explícitamente.
Los eruditos más cuidadosos d entre ellos ignoraron lo sobrenatural en la conversión, pero no lo negaron Tocante a los profundos aspectos de este hecho central de la experiencia religiosa, explicaron su silencio llamando la atención a sus limitaciones como psicólogos. Pueden tratar con los hechos de sus observación y con las leyes psíquicas que con toda' evidencia los gobiernan, pero no tienen derecho para sondear dentro del posible o probable trasfondo espiritual en el que esto hechos encuentran su explicación.
Han indicado que la conversión no es u fenómeno definidamente cristiano, sino que se encuentra también en otra religiones; y que no es por necesidad un fenómeno religioso, sino que también ocurre en esferas extrañas a la religión.
De hecho, no es sino uno de los muchos cambios que ocurren durante el período de la adolescencia, "un repentino reajuste a un ambiente espiritual más grande", la rendición del propio yo al que es más verdadero. "En su mejor expresión", dice Starbuck, "la conversión es la voluntad individual poniéndose en armonía con lo que siente que es la voluntad divina".
Como lo entiende Pratt, "lo esencial en la conversión es, en forma precisa, la unificación de carácter, la adquisición de un nuevo yo". Respecto a la pregunta de que si hay algo sobrenatural en lo de la conversión, hay diferencias de opinión entre los psicólogos. La pregunta la formula así Coe:
"¿Concluiremos, pues, por eso con que la conversión es en la práctica una realización automática?" Y contesta él mismo: "Esto no puede ser, a menos que primero definamos la conversión en tal forma que ignoremos su profunda relación con Dios y con el principio de una vida buena. La substancia de las experiencias religiosas trasciende a tal grado el alcance de sus formas emocionales como el valor del hombre trasciende al de cualquiera ropa que use".
James siente que un cristiano ortodoxo podría preguntarle si la referencia que hace del fenómeno de la conversión al yo subconsciente no excluye por completo la noción de la presencia directa de la Deidad en ella; y contesta él mismo con estas palabras: "Tengo que decir con franqueza que como psicólogo no veo por qué de necesidad habría de ser así". Encuentra James que "si hay poderes más altos capaces de impresionarnos, deben encontrar acceso sólo por la puerta de lo subconsciente".  
Los representantes de la Nueva Psicología, es decir, de la Escuela Behaviorista y de la Escuela Psicoanalítica toman con franqueza la posición de que la conversión puede producirse de una manera perfectamente natural, sin ninguna influencia sobrenatural. James y otros sostienen que el secreto verdadero del cambio repentino en la conversión descansa en alguna actividad del yo subconsciente que puede o no estar sujeto a alguna influencia divina.
Por lo general, convienen los investigadores de psicología en que hay tres etapas distintas en la conversión, las cuales Ames describe de la manera siguiente: "Primero, un sentido de perplejidad e inquietud; segundo, un clímax y una crisis; y tercero, una recreación señalada por paz y gozo".  Hay acuerdo casi general en que existen cuando menos dos tipos sobresalientes de conversión, los cuales se designan de varias maneras.
Dice Starbuck, refiriéndose a estas dos clases de conversión, que una va acompañada con un sentido violento de pecado, y la otra con un sentimiento de insuficiencia, una lucha por alcanzar una vida más amplia, y un deseo de iluminación espiritual. Se ha hecho distinción entre la conversión de niños y la de adultos; entre las conversiones graduales y las repentinas (impetuosas), y entre las intelectuales y las emocionales. Estos no son más que otros tantos nombres diferentes para los dos tipos reconocidos de con-versión.
Aunque en general, la conversión puede considerarse más bien como una experiencia normal, se encuentra, a veces, que toma un aspecto anormal, en forma especial, durante los avivamientos, y entonces se convierte en un fenómeno patológico. En lo que respecta al tiempo de la conversión se hace notar que ella no ocurre con la misma frecuencia en todos los períodos de la vida, sino que se sitúa en forma casi exclusiva en los años que quedan entre los 10 y los 25, siendo extremadamente rara después de los 30.
Esto indica que en forma peculiar es característica del período de la adolescencia. El medio ambiente, la educación y la preparación religiosa, todo afecta su naturaleza y la frecuencia con que ocurre.
EVALUACIÓN DE ESTOS ESTUDIOS
No se necesita negar el valor de estos estudios psicológicos de la conversión. Sería una necedad retirarlos con cepillo como cosa de pequeña o ninguna importancia, o ignorarlos por razón de que no toman en cuenta debida el carácter sobrenatural de la conversión.
Derraman oportuna luz sobre algunas de las leyes que tienen aplicación en la vida psicológica del hombre, sobre algunos de los fenómenos que acompañan la crisis espiritual en la vida consciente del hombre y sobre los diversos tipos de conversión y los factores que los determinan. Ahondan nuestra penetración en los diferentes tipos de conversión que siempre han sido reconocidos en la teología Reformada, confirman nuestra convicción respecto a los tres elementos que se encuentran en la conversión y casi están de acuerdo con la convicción teológica que la conversión está enraizada en la vida subconsciente; aunque no lo afirmen explícitamente, y en algunos casos hasta nieguen que encuentra su explicación en la obra divina del Espíritu Santo, por debajo del umbral de la conciencia, la obra de regeneración. Al mismo tiempo no debemos sobreestimar estos estudios.
Algunos de ellos, como por ejemplo, la obra de James, son decididamente unilaterales, puesto que se basa por completo en el estudio de conversiones extraordinarias que él encontró muy interesantes. Además, no han escapado del peligro de llevar demasiado lejos la idea de la operación de las leyes físicas en la conversión, y de pasar por alto el lado divino y sobrenatural del importante proceso de conversión. James lo considera todo como un cambio moral y lo define en forma general como "el proceso, gradual o repentino, mediante el cual un yo, hasta aquí dividido, y conscientemente equivocado, inferior o infeliz, se unifica, se hace conscientemente recto, superior y feliz como consecuencia de apoyarse firmemente sobre realidades religiosas".  
Otros reducen la conversión a un fenómeno puramente natural y hasta la explican en forma materialista considerando que está gobernada por leyes físicas. No van, ni pueden ir, dada la naturaleza del caso, hasta la raíz del asunto; no penetran, ni pueden penetrar hasta las honduras escondidas, de donde brota la conversión.
Hay una tendencia obvia a desafiar la idea antigua y ortodoxa de la conversión considerándola como anticientífica, para enseñar que la naturaleza religiosa del hombre está implantada de manera maravillosa. No aceptan la luz de la Palabra de Dios, y por tanto no tienen una regla por medio de la cual juzgar las cosas profundas de la vida.
Snowden dice: "Así como algunos psicólogos han tratado de producir una psicología del alma sin contar con alma alguna, así también se han empeñado algunos en formular una psicología de la religión sin contar con religión alguna. Bajo el trato que le dan a la religión esta se evapora convirtiéndose en un mero sentimiento subjetivo de ilusión, sin ninguna realidad objetiva, y semejante psicología de la religión es infundada e indigna tanto de ser psicología, como de ser religión".

EL AUTOR DE LA CONVERSIÓN.

DIOS ES EL AUTOR DE LA CONVERSIÓN
Sólo Dios puede ser considerado como el autor de la conversión. Esta es la enseñanza clara de la Biblia. En el Salmo 85: 4 el poeta ora, "Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación", y en Jer. 31: 18 Efraín ora, "conviérteme y seré convertido". Una oración parecida se encuentra en Lamentaciones 5: 21. En Hechos 11: 18 Pedro llama la atención al hecho de que Dios ha concedido a los gentiles el arrepentimiento para vida.
Una afirmación parecida se encuentra en II Tim. 2: 25. Hay una operación doble de Dios en la conversión de los pecadores, una es moral y la otra híper física. En general, puede decirse que Dios produce el arrepentimiento por medio de la ley, Sal 19: 7; Rom. 3: 20, y la fe por medio del evangelio, Rom. 10: 17.
Pero no podemos separar esos dos, porque la ley contiene también una presentación del evangelio, y el evangelio confirma la ley y amenaza con los terrores de ésta, II Cor. 5: 11. Pero Dios también opera en la conversión de una manera inmediata y de una manera hiperfísica. El nuevo principio de vida implantado en el hombre regenerado no desemboca en acción consciente mediante el propio inherente poder del hombre; sino sólo por la influencia iluminadora y fructificante del Espíritu Santo. Compárese Juan 6: 44; Fil. 2: 13. Enseñarlo de otro modo será luteranismo o arminianismo.
EL HOMBRE COOPERA EN LA CONVERSIÓN
Pero aunque Dios sólo es el autor de la conversión, es de gran importancia acentuar el hecho en contra de una falsa pasividad, de que hay también en la conversión una cierta cooperación del hombre. El Dr. Kuyper hace notar que en el Antiguo Testamento, el término shubh se usa 74 veces hablando de la conversión como un hecho del hombre, y nada más 15 veces refiriéndose a la conversión como a un acto bondadoso de Dios; y que el Nuevo Testamento explica la conversión como un hecho del hombre 26 veces, y sólo 2, o 3 veces habla de ella como de un acto de Dios.
Sin embargo, debe recordarse que esta actividad del hombre siempre es el resultado de una obra previa de Dios en el hombre, Lam. 5: 21; Fil. 2: 13. La actividad del hombre en la conversión se hace muy evidente de pasajes como Isa. 55: 7; Jer. 18: 11; Ez. 18: 23, 32; 33: 11; Hech. 2: 38; 17: 30 y otros.
LA NECESIDAD DE LA CONVERSIÓN
La Biblia usa términos absolutos para hablar de la necesidad de la regeneración; pero no lo hace así para hablar de la necesidad de la conversión. Nos dice con claridad que, "el que no naciere otra vez (de nuevo, o, de arriba), no puede ver el reino de Dios", Juan 3: 3, pero no generaliza en el mismo sentido al hablar de la necesidad de la conversión, en forma que no deje lugar a excepciones. Como es natural, aquellos que identifican las dos, no admiten esta distinción.
Sin duda, hay pasajes de la Biblia que contienen un llama-miento a la conversión con el propósito de gozar las bendiciones de Dios, por ejemplo, Ez. 33: 11; Isa. 55: 7, y estos implican la necesidad de la conversión en el caso de aquellos a quienes se dirige la palabra, o se mencionan allí. El pasaje que más se acerca a una declaración absoluta se encuentra en Mat. 18: 3; "De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos".
Pero aun en este caso uno podría insistir en que esto sólo se refiere a las personas a quienes fue dicho. Las exhortaciones expresas o implicadas, que acerca del la conversión se encuentran en la Biblia, fueron sólo para quienes estuvieron dirigidas y no significan de necesidad que cada uno deba pasar por una conversión consciente para ser salvo. La pregunta respecto a la necesidad de la conversión debe contestarse con cuidadosa distinción.
Aquellos que mueren en la infancia deben ser regenerados para ser salvos pero no pueden muy bien experimentar la conversión, un consciente regreso del pecado hacia Dios. Sin embargo, en el caso de los adultos, la conversión es esencial de modo absoluto, pero no es necesario que aparezca en la vida de cada uno como una crisis fuertemente marcada. Tal crisis definida, puede como regla, esperarse nada más en aquellos que después de una vida de pecado y vergüenza quedan apresados en medio de su malvada carrera, mediante el poder regenerador del Espíritu Santo y el llamamiento eficaz a la conversión.
En ellos, la vida de enemistad consciente se transforma de inmediato en vida de amistad con Dios. No obstante, con dificultad se encontrará semejante crisis en la vida de aquellos que como Juan el Bautista y Gimoteo sirvieron al Señor desde su temprana juventud. Al mismo tiempo, la conversión se hace necesaria en el caso de todos los adultos, en el sentido de que los elementos de que se compone, es decir, el arrepentimiento y la fe, deben estar presentes en la vida de ellos. Esto significa que en alguna forma deben experimentar la conversión.
LA RELACIÓN DE LA CONVERSIÓN CON OTRAS ETAPAS DEL PROCESO DE SALVACIÓN CON LA REGENERACIÓN
Esto ya se ha indicado con alguna extensión. Las dos palabras "regeneración" y "conversión" las usan algunos como sinónimos. Sin embargo, en la teología actual, por lo general se consideran asuntos diferentes aunque relacionados en forma estrecha. El principio de la vida nueva implantado en la regeneración se convierte en expresión activa en la vida consciente del pecador cuando éste se convierte. Resulta lógico que la conversión siga a la regeneración.
En el caso de aquellos que son regenerados en la infancia hay por necesidad una separación temporal entre las dos; pero en el caso de los que son regenerados después de haber alcanzado la edad de discreción, las dos, por lo general, coinciden. En la regeneración el pecador permanece, por completo, pasivo pero en la conversión se muestra a la vez, pasivo y activo. La regeneración nunca puede repetirse, pero la conversión puede serlo en cierta extensión, aunque la conversión-actualis prima ocurre sólo una vez.

EL LLAMAMIENTO EFICAZ

La conversión es el resultado directo del llamamiento interno. Como una realidad en el hombre, el llamamiento interno y el principio de la conversión, en realidad, coinciden. La situación no es como si dijéramos que Dios llama al pecador, y que luego el pecador, dejado a sus propias fuerzas se vuelve a Dios. En forma precisa, al llamamiento interno se debe que el hombre llegue a tener conciencia de que Dios trabaja en El para la conversión.
El hombre convertido en verdad, sentirá siempre que su conversión es la obra de Dios. Esto lo distinguirá del hombre que anhela una mejora moral superficial. Este es el que se esfuerza apoyado sólo en sus fuerzas propias.
LA FE
Corno ya lo hemos indicado, la conversión consiste en arrepentimiento y fe, en tal forma que la fe es en verdad una parte de la conversión. Pero aquí debemos consignar una diferencia.
1. Hay dos clases de fe verdadera, teniendo cada una un objeto distinto, es decir, el reconocimiento de que la verdad de Dios está en la revelación que El nos ha hecho de la redención, no nada más en un determinado sentido histórico, sino en una forma tal que esa fe se reconozca como una realidad que no puede ser ignorada impunemente porque afecta la vida en su raíz.
2. El reconocimiento y la aceptación de la salvación ofrecida en Jesucristo, la cual es fe salvadora en el sentido propio de la palabra. Ahora bien, no hay duda de que la fe, según el primer sentido, está presente de inmediato en la' conversión. El Espíritu Santo hace ver al pecador la verdad tal como ésta se aplica al mismo, en su propia vida, de manera que cae bajo "convicción" y se hace consciente de su pecado.
Pero tiene que permanecer en esta etapa por algún tiempo, de modo que es difícil decir hasta donde la fe salvadora, es decir, la confianza para salvación está de inmediato incluida en la conversión. No cabe duda' de que, lógicamente, el arrepentimiento y el conocimiento del pecado preceden a la fe que se entrega a Cristo en confiado amor.
PREGUNTAS PARA AMPLIAR EL ESTUDIO
1. ¿Por qué prefirió Beza llamar a la conversión resipiscenti más bien que poeitentia?
2. ¿Por qué el término 'arrepentimiento' es inadecuado para expresar la idea de conversión?
3. ¿Cómo difiere el concepto de Lutero acerca del arrepentimiento, del concepto de Calvino?
4. ¿Está precedida siempre la conversación por la 'convicción del pecado'?
5. ¿Podemos hablar de la gracia preeminente- como relacionada con la conversión?
6. ¿Es la conversión un acto instantáneo o es un proceso?
7. ¿Qué se quiere decir con el término 'conversión diaria'?
8. ¿Cuál es el concepto adecuado que se quiere expresar al hablar de la necesidad de la conversión?
9. ¿Tiene tendencia la predicación de pacto a silenciar el llamamiento a la conversión?
10. ¿Cuál es el concepto metodista de la conversión?
11. ¿Son recomendables los métodos utilizados en las reuniones de avivamientos?
12. ¿Qué puede usted decir acerca del carácter duradero de las conversiones de las cuales se vanaglorian los avivamentistas?

13. ¿Nos dan las estadísticas referentes a la psicología de la conversión alguna información sobre este punto?