LA DOCTRINA DE LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS EN LA HISTORIA
La doctrina de la perseverancia de los santos significa que
aquellos a quienes Dios ha regenerado y llamado eficazmente a un estado de
gracia, no pueden caer total ni finalmente de aquel estado, sino que
perseverarán con toda seguridad en él hasta el fin y serán salvos por la
eternidad. Esta doctrina fue enseriada explícitamente primero por Agustín,
aunque no fue consistente en este punto como debiera haberse esperado de él en
su carácter de estricto predestinacionista. Con él la doctrina no tomó la forma
que acabamos de definir. Sostuvo que los electos no podían caer como para
perderse finalmente, pero al mismo tiempo consideró posible que algunos que
habían sido dotados de vida nueva y de verdadera fe podían caer de la gracia
por completo y, finalmente, sufrir la eterna condenación.
La iglesia de Roma con su semipelagianismo, que incluye la
doctrina del libre albedrío, negó la doctrina de la perseverancia de los santos
e hizo que su perseverancia dependiera de la incierta obediencia del hombre.
Los Reformadores restauraron esta doctrina a su lugar correcto. Sin embargo, la
iglesia luterana, de nuevo la hace incierta al convertirla en contingente con
la continuada actividad de la fe del hombre, y al aceptar que los creyentes verdaderos
pueden caer por completo de la gracia.
Sólo en las iglesias calvinistas es donde la doctrina se ha
mantenido en una forma que proporciona seguridad absoluta. Los Cánones de Dort,
después de llamar la atención a la mucha debilidad y fracasos de los hijos de
Dios, declara: "Pero Dios que es rico en misericordia, según su inmutable
propósito de elección, no quita por completo el Espíritu Santo de aquellos que
son su pueblo, ni siquiera en sus más graves caídas; ni los deja que se alejen
tanto como para que pierdan la gracia de la adoración y sean despojados del
estado de la justificación, o cometan el pecado de muerte o en contra del
Espíritu Santo ; ni les permite desertar totalmente, y lanzarse a la
destrucción eterna".
Los arminianos rechazan este concepto y hacen depender la
perseverancia de los creyentes de su voluntad de creer y de sus buenas obras.
Arminio mismo evitó ese extremo, pero sus seguidores no titubearon en mantener
su posición sinergista con todas sus consecuencias. Los arminianos wesleyanos
los siguieron como también otras varias sectas.
Las iglesias calvinistas o Reformadas permanecen, prácticamente
solas, dando una respuesta negativa a la pregunta de si puede un cristiano caer
por completo del estado de gracia y perderse finalmente.
DEFINICIÓN DE LA DOCTRINA DE LA PERSEVERANCIA
La doctrina de la perseverancia requiere una cuidadosa
definición, sobre todo, en vista del hecho de que la expresión
"perseverancia de los santos" se presta á equivocación. Debe notarse,
primero que todo, que la doctrina no significa que los elegidos serán sin duda alguna
salvos en el final, aunque Agustín le ha dado esta forma, sino que enseña de
manera muy especial que los que una vez han sido regenerados y eficazmente
llamados por Dios a un estado de gracia, nunca pueden por completo caer de ese
estado y dejar de alcanzar la salvación eterna, aunque pueden algunas veces ser
vencidos por el mal y caer en pecado.
Se sostiene que la vida de regeneración y los hábitos que de
ella nacen en el camino de la santificación nunca pueden desaparecer por
completo. Además, debemos estar en guardia en contra de la posible equivocación
de que esta perseverancia se considere como una propiedad inherente del
creyente o como una actividad continua del hombre, mediante la cual persevera
en el camino de la salvación.
Cuando Strong habla de ella como "la continuación
voluntaria, de parte del cristiano, en la fe y en el bien hacer", y como
"el lado o aspecto humano de este proceso espiritual, al cual, considerado
desde el lado divino, llamamos santificación", esto en verdad se presta a
crear la impresión de que la perseverancia depende del hombre. Sin embargo los
Reformados no consideran la perseverancia de los santos como que sea, primero
que todo, una disposición o actividad del creyente, aunque en verdad creen que
el hombre coopera en ella tanto como en la santificación.
Acentúa el hecho de que el creyente pudiera caer si se le dejara
solo. Es, hablando en forma estricta, no el hombre sino Dios el que persevera.
La perseverancia puede definirse como aquella continua operación del Espíritu
Santo en el creyente, mediante la cual la obra de la gracia divina que ha
empezado en el corazón se continúa hasta llegar a ser completa. Los creyentes
continúan firmes hasta el fin, debido a que Dios nunca abandona su obra.
PRUEBAS DE LA DOCTRINA DE LA PERSEVERANCIA
La doctrina de la perseverancia puede probarse mediante ciertas
declaraciones de la Escritura y por inferencias sacadas de otras doctrinas.
AFIRMACIONES DIRECTAS DE LA BIBLIA
Hay algunos pasajes importantes de la Escritura que vienen aquí
a consideración. En Juan 10: 27-29 leemos: "mis ovejas oyen mi voz, y yo
las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni
nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y
nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre". Pablo dice en Rom. 11:
29, "Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios".
Esto significa que la gracia de Dios revelada en su llamamiento nunca se retira
como si él se arrepintiera de haberla dado. Esta es una afirmación general,
aunque en relación con ella se descubre que se refiere al llamamiento de
Israel.
El Apóstol consuela a los creyentes filipenses con las palabras:
"Estando persuadidos de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo", Fil. 1: 6. En II Tes.
3: 3 dice: "Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del
mal". En II Tim. 1: 12 suena una nota de regocijo "Porque yo sé a
quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para
aquel día". Y en 4: 18 de la misma Epístola se gloría en el hecho de que
el Señor le librará de toda obra mala y lo preservará para su reino celestial.
PRUEBAS INFERENCIALES
La doctrina de la perseverancia puede también probarse de manera
inferencial.
1. De la doctrina de la elección. La elección no significa nada
más que algunos serán favorecidos con ciertos privilegios externos y podrán ser
salvos si cumplen con su deber, sino que los que pertenecen al número de los
elegidos serán salvos, finalmente, y nunca dejarán de alcanzar la salvación
perfecta. Es una elección con propósito, es decir, para salvación. Cuando Dios
la ejecuta capacita a los creyentes con influencias como la del Espíritu Santo,
que los conduzcan no sólo a aceptar a Cristo, sino también a perseverar hasta
el fin y ser salvos definitivamente.
2. De la doctrina del pacto de redención. En el pacto de redención
Dios da un pueblo suyo a su Hijo como la recompensa por la obediencia y
sufrimientos de éste. Esta recompensa fue determinada desde la eternidad y no
se dejó sujeta a la contingencia de alguna incierta fidelidad del hombre. Dios
no traiciona sus promesas, y por tanto es imposible que aquellos que son
reconocidos como de Cristo, y que forman una parte de su recompensa puedan
quedar separados de El (Rom. 8: 38, 39), y que aquellos que han entrado al
pacto como una comunión de vida queden fuera de Él.
3. De la eficacia de los méritos y de la intercesión de Cristo. En
su obra expiatoria Cristo pagó el precio para comprar el perdón y la aceptación
del pecador. Su justicia constituye la base perfecta para la justificación del
pecador, y es imposible que uno que está justificado mediante el pago de un
precio tan perfecto y eficaz pueda caer de nuevo para condenación. Además, Cristo
hace intercesión constante por todos aquellos que el Padre le dio, y su oración
intercesora para su pueblo siempre es eficaz, Jn. 11: 42; Heb. 7: 25.
4. De la unión mística con Cristo. Los que están unidos con Cristo
mediante la fe son participantes de su Espíritu, y de esta manera se convierten
en un cuerpo con Él, y este cuerpo palpita con la vida del Espíritu. Participan
en la vida de Cristo, y porque El vive, ellos viven también. Es imposible que
puedan ser removidos de ese cuerpo, frustrado de esa manera el ideal divino. La
unión es permanente, puesto que se origina en una causa permanente e inmutable;
el amor gratuito y eterno de Dios.
5. De la obra del Espíritu Santo en el corazón. Dabney dice con
acierto: "Se cae en una apreciación baja e indigna de la sabiduría del
Espíritu Santo y de su obra en el corazón, cuando se supone que comienza la
obra ahora, y luego la abandona ; que la chispa vital del nacimiento celestial
es un ignis fatuus, que arde por un corto tiempo, y luego expira en manifiesta
obscuridad ; que la vida espiritual comunicada en el nuevo nacimiento, es una
especie de vitalidad espasmódica o galvánica, que da la apariencia externa de
vida en un alma muerta, y luego muere".305 Según la Biblia el creyente ya
está en esta vida en posesión de salvación y vida eterna, Jn. 3: 36; 5: 24; 6:
54. ¿Se puede dar lugar a la hipótesis de que la vida eterna no será eterna?
6. De la seguridad de salvación. La Biblia da completa evidencia
de que los creyentes pueden en esta vida alcanzar la seguridad de la salvación,
Heb. 3: 14; 6: 11; 10: 22; II Ped. 1: 10. Esto parecería quedar por completo
fuera del lugar, si fuera posible que los creyentes cayeran de la gracia en
cualquier momento. Será causa de gozo sólo para aquellos que permanecen en la
firme convicción de que Dios perfeccionará la obra que ha comenzado.
OBJECIONES A LA
DOCTRINA DE LA PERSEVERANCIA.
ES INCONSISTENTE
CON LA LIBERTAD HUMANA
Se dice que la doctrina de la perseverancia es inconsistente con
la libertad humana. Pero esta objeción viene sobre la falsa hipótesis de que la
verdadera libertad consiste en la libertad de la indiferencia, o en el poder de
elegir lo contrario a la moral y a los asuntos espirituales. Sin embargo, esto
es erróneo. La verdadera libertad consiste, en forma exacta, en la
determinación propia de dirigirse hacia la santidad. El hombre nunca es más
libre que cuando se mueve conscientemente en dirección hacia Dios. Y el
cristiano permanece en esa libertad mediante la gracia.
QUE CONDUCE A LA INDOLENCIA Y A LA INMORALIDAD
Se afirma confiadamente que la doctrina de la perseverancia
conduce a la indolencia, a la licencia y aun a la inmoralidad. Se dice que
resulta de ella una falsa seguridad. Sin embargo, esta es una noción
equivocada, porque aunque la Biblia nos dice que somos guardados por la gracia
de Dios, no estimula la idea de que Dios nos guarda sin ninguna vigilancia
constante, diligencia y oración de nuestra parte. Es difícil ver como una
doctrina que asegura al creyente de ser perseverante en la santidad, puede ser
un incentivo para el pecado. Parecería que la seguridad del éxito en la lucha
activa por la santificación sería el mejor posible de los estímulos para que un
mayor esfuerzo.
QUE ES CONTRARIA A LA ESCRITURA
Se declara con frecuencia que la doctrina es contraria a la
Escritura. Los pasajes aducidos para probar este desacuerdo pueden reducirse a
tres clases.
1. Hay varias advertencias en contra de la apostasía que parecerían
ser por completo inoportunas, si el creyente no pudiera caer, Mat. 24 : 12 ; Col.
1 : 23 ; Heb. 2 : 1 ; 3 : 14; 6 : 11; I Jn. 2 : 6; pero estas advertencias
consideran todo el asunto desde el lado del hombre y tienen grave significado.
Estimulan el examen personal y sirven para guardar a los creyentes en el camino
de la perseverancia. No prueban que alguno de aquellos a quienes se dirige será
apóstata, sino simplemente que el uso de los medios se hace necesario para
evitar que cometan este pecado. Compárese Hech. 27: 22-25 con el versículo 31
como ilustración de este principio.
2. Hay también exhortaciones que exigen que los creyentes
continúen en el camino de la santificación, y parecerían ser innecesarias si no
hubiera duda de que continuaran hasta el fin ; pero éstas generalmente se
encuentran en relación con amonestaciones a las que ya nos hemos referido bajo
la letra (a), y sirven en forma exacta para el mismo propósito. No prueban que
algunos de los creyentes amonestados no perseverarán, sino solamente que Dios
usa medios morales para el cumplimiento de fines morales.
3. De nuevo, se dice que la Escritura contiene informes sobre
casos de verdadera apostasía, I Tim. 1: 19, 20; II Tim. 2: 17, 18; 4: 10; II
Ped. 2: 1, 2; compárese también Heb. 6: 4-6. Pero estos ejemplos no prueban la
contradicción de que los verdaderos creyentes, en posesión de la verdadera fe salvadora,
pueden caer de la gracia, a menos que primero se pruebe que las personas
indicadas en estos pasajes tenían la verdadera fe en Cristo, y no una mera fe
temporal sin raíces en la regeneración.
La Biblia nos enseña que hay personas que profesan la fe
verdadera, y sin embargo no son de la fe, Rom. 9:6; I Jn. 2: 9; Apoc. 3: 1.
Juan dice de algunos de ellos, "salieron de nosotros, y admite por vía de
explicación, "pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de
nosotros hubieran permanecido con nosotros", I Jn. 2: 19.
LA NEGACIÓN DE ESA DOCTRINA HACE DEPENDER LA
SALVACIÓN DE LA VOLUNTAD DEL HOMBRE
La negación de la doctrina de la perseverancia prácticamente
hace que la salvación del hombre dependa de la voluntad humana más bien que de
la gracia de Dios. Esta consideración no tendrá efecto sobre quienes participan
del concepto pelagiano de la salvación como autosotérico y es grande su número
pero ciertamente lo tendrá sobre aquellos que se glorían en una salvación por
gracia.
La idea es que, aunque el hombre sea traído al estado de gracia
mediante la operación del Espíritu Santo nada más, o por la operación conjunta
del Espíritu Santo y la voluntad del hombre, queda solamente sobre el hombre continuar
en la fe, o dejarla, según le parezca mejor. Esto hace que la causa del hombre
resulte muy precaria y hace imposible para él alcanzar la seguridad
bienaventurada de la fe. En consecuencia, es de importancia definitiva sostener
la doctrina de la perseverancia. En las palabras de Hovey: "Será una
fuente de gran consuelo y poder, un incentivo a la gratitud, un motivo para el
sacrificio propio y una columna de fuego en la hora del peligro.
PREGUNTAS
PARA AMPLIAR EL ESTUDIO
1. ¿Cuál es el verdadero problema respecto a la perseverancia? ¿Es
si los electos perseveran, o si los regenerados perseveran?
2. ¿Enseñan también Agustín y los luteranos que los elegidos
pueden perderse finalmente?
3. ¿De qué manera favorece la analogía de la vida natural a la
doctrina de la perseverancia?
4. ¿Los pasajes como Heb. 6: 4.6; 10: 29; II Ped. 2: 1; ¿prueban
la posibilidad de caer?
5. ¿Prueba esa posibilidad Juan 15: 1.6?
6. ¿Es la gracia de la perseverancia algo innato dado por
necesidad con la nueva criatura, o. es el fruto de una actividad de Dios
especial, bondadosa y persevante?
7. ¿Implica esta doctrina que uno puede estar viviendo en pecado
habitual e intencional, y todavía permanecer en un estado de justificación?
8. ¿Excluye esta doctrina la idea de las caídas en el pecado?